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Conoce al ingeniero español ex-IBM que apostó por una fintech en Perú


A los 52 años, tiene la ilusión de un quinceañero y una experiencia de 38 años en la industria tecnológica que no se la quita nadie. A Guillermo Amodeo le gusta que los jóvenes lo llamen ‘friki’ y se describe a sí mismo un ‘todo terreno’, aunque su definición favorita es quizás la de programador de ordenadores.

Ingeniero de Software de profesión, trabajó por veinte años en IBM, una de las trasnacionales más importantes del mundo, y desde hace un año, se mudó a Perú y decidió apostarlo todo por una fintech peruana: MidPoint, con la firme creencia de que juntos lograrán revolucionar el mercado y la misma definición de las casas de cambio

Guillermo es español, con esposa e hija peruana. Vivía en Escocia y, aunque anualmente tomaban vacaciones en Perú, en 2019 decidieron trasladarse del todo para que su hija conociera más de su país. Es ahí donde empieza la aventura con MidPoint, la fintech que está revolucionando el modelo del cambio de dinero por internet. Tras algunas conversaciones con Moisés Otero, CEO de la empresa, Guillermo se sintió atraído no solo por lo revolucionario del proyecto, sino por todas las oportunidades de crecimiento que presentaba, y asumió el reto de ayudarlos a resolver todos sus desafíos tecnológicos, convirtiéndose en su CTO.

Pero, ¿cómo se pasa de una trasnacional tan imponente como IBM a una fintech en pleno desarrollo? Según Amodeo, la clave es la libertad de movimiento y la oportunidad de cambiar el futuro. “Si bien en una multinacional como IBM puedes tocar el techo e influenciar el mercado, no tienes la libertad y frescura que te da un equipo pequeño e ilusionado. Se siente muy bien ser Pepito Grillo y tener la oportunidad de cambiar la percepción de muchísima gente”, cuenta el experto en

tecnología.

Guillermo Amodeo en sus épocas de IBM en Europa.

Las diferencias entre una trasnacional y una fintech son muchas, pero a Guillermo lo que más le atrae es la flexibilidad y la fluidez en la toma de decisiones. “Somos pocos y todos son accesibles y están dispuestos a ayudar, por eso creo firmemente que se toman mejores decisiones en una fintech que en un gigante azul”. Y aunque las diferencias se vean en cuanto a equipos de trabajo y capitales, él encuentra valor en los equipos pequeños. “Las pymes valoran a su gente. Nuestros recursos son la ilusión, el ingenio y el trabajo duro. Y ahí está la prueba, todos cerrando en pandemia y nosotros mejorando día a día”, agrega.

MidPoint, la fintech en la que actualmente se encuentra trabajando, alcanzó el punto de equilibrio en plena crisis sanitaria provocada por el COVID-19, y según él, esa es solo la punta del iceberg. “Tenemos cosas proyectadas que van a cambiar la definición de la palabra casa de cambio. Midpoint va a extender esa definición a algo mucho más moderno y grande”, menciona.

En cuanto al rol que desempeña en la empresa, busca ayudarlos a superar cualquier desafío tecnológico para que logren cumplir las metas trazadas y continúen expandiéndose. El proyecto es ambicioso y rompe con lo tradicional, por lo que haber alcanzado el punto de equilibrio fue solo el comienzo. “Tenemos las ideas claras sobre cómo vamos a cambiar el modo en que la gente cambia su dinero, cómo disponen de él e incluso cómo lo pagan. Tenemos la creatividad necesaria para lograrlo y yo voy a hacer que Midpoint tenga la tecnología necesaria para hacer realidad esas ideas”, agrega.

Sin duda, la relación entre Guillermo Amodeo y MidPoint es recíproca. La fintech le genera muchas ilusiones y le da la libertad que busca, y él, a su vez, pone sus conocimientos y sus casi cuatro décadas de experiencia, a su disposición para ayudarlos a seguir revolucionando el mercado.

Está ilusionado por las cosas nuevas que vienen para la empresa y preparado para apostarlo todo, con la misma pasión que ha tenido por su profesión durante todos estos años. “Me encanta la idea de poner mi experiencia y conocimientos al servicio de Midpoint para ayudarlos a tocar el cielo”, comenta.

¿Volvería a una trasnacional? “Solo si fuera lo que IBM solía ser antes”, confiesa Guillermo. Para él, las empresas tan grandes ya dejaron de ser divertidas, y están dirigidas por equipos que no entienden la importancia de delegar y confiar en su gente. En sus veinte años en IBM aprendió a hacer de todo, desde diseñar software hasta arreglarle el computador al Rey de España, cuando aún era príncipe. Hoy disfruta de la libertad que le da un proyecto pequeño y con gran potencial. “Algún día escribiré un libro sobre todo eso”, finaliza.



Redacción MidPoint

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